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Conciencia

Conciencia La conciencia es la que nos permite darnos cuenta de lo que está pasando en nuestras vidas. Es de esta manera que somos capaces de tomar decisiones conscientemente. Empezamos tomando decisiones basadas en la intuición, pero que luego somos capaces de recordar de una manera consciente. Recordamos las consecuencias de esas decisiones y, poco a poco, esas decisiones basadas en sensaciones se convierten en decisiones basadas en la razón. Desarrollamos "razones" por las cuales tomamos esas decisiones. El desarrollo de la conciencia a partir del inconsciente es una progresión natural, igual que lo es la acción de caminar a partir de la reptación en el mundo animal. La evolución humana radica en el campo de una conciencia en expansión.


En el nivel inconsciente somos plenamente conscientes de nuestra vida. Sin embargo, el proceso de aprendizaje de lo que funciona para nosotros y de lo que funciona en determinadas situaciones en el nivel en el que nos encontremos, no se trata más que de un conjunto de patrones inconscientes de reacción. Todas estas interacciones resultan de sensaciones, pero con poco conocimiento de por qué ocurren esas sensaciones. Son las emociones las que gobiernan nuestra actitud hacia nuestro mundo exterior, y no la razón. Somos fácilmente persuadidos con argumentos emocionales, los cuales son utilizados por todas las autoridades del planeta, por las agencias de publicidad y por cualquier otro poder que requiera de nuestro voto o de nuestro apoyo. Es al proceso de darnos cuenta de esas sensaciones subyacentes a lo que llamamos conciencia. En este sentido, podemos darnos cuenta de que los seres humanos sabemos muy poco sobre el cómo y el porqué de nuestros propios patrones de reacción. Una de las causas de esto es el hecho de que la medicina se ha separado de la ciencia, lo que significa que las "especialidades" médicas ya no se basan en el conocimiento científico, y esto incluye los campos de estudio de la psicología, de la psiquiatría y de la sociología.


Existen tres tipos de conciencia.


1. Conciencia interna Nos damos cuenta de algunos de los procesos internos de nuestro cuerpo y de nuestra mente. Empezamos a sentir ciertas cosas, y eso nos lleva a acciones muy concretas. Esas sensaciones pueden ser tanto corporales como mentales. Primero observamos que cada signo físico tiene “un significado”, y es entonces cuando aprendemos formas de responder a esos signos con el objetivo de que desaparezcan. A medida que crecemos, hacemos lo mismo con algunos de los signos que se originan en nuestra mente. Nos damos cuenta de los cambios físicos que se producen en nuestro interior cuando nos encontramos en determinadas situaciones. Esto nos permite tomar decisiones acerca de cómo vamos a manejar la situación sin que se altere nuestro equilibrio físico, nos permite ajustarnos antes de que se manifieste cualquier expresión física de un desequilibrio en la materia, en los tejidos del cuerpo. La conciencia de nuestros procesos internos nos permite aprender quiénes somos realmente y cuáles son nuestras necesidades internas para mantener nuestra vida en equilibrio.


2. Conciencia externa Es principalmente a través de nuestros sentidos como nos damos cuenta de nuestro entorno. Nuestro entorno se convierte en un tema de estudio. Necesitamos ampliar nuestra comprensión acerca de cómo nuestro entorno funciona y de cómo está estructurado. Aprendemos sobre los diferentes elementos dentro de nuestro entorno y comenzamos a descubrir qué efectos tienen en nosotros. Nuestra mente inconsciente encuentra una manera de hacer frente a la gran incógnita que nos rodea, y nos instalamos en diversos patrones de supervivencia. Como nuestra supervivencia en el mundo exterior depende en gran medida de nuestro conocimiento sobre nuestro entorno y de las interpretaciones que hagamos sobre él, tiene sentido que en la etapa inicial de la evolución humana en la que nos encontramos sea precisamente nuestro mundo exterior el ámbito en el que tiene lugar la mayor parte del desarrollo de nuestra conciencia. Nuestra atención se centra principalmente en nuestro entorno y en lo que este provoca en nuestras vidas, en contraposición al mayor aprendizaje sobre nosotros mismos que nos posibilita nuestra conciencia interna. Nuestro conocimiento en expansión sobre el mundo exterior nos permite evaluar ciertas situaciones en lo que respecta a su posible efecto en nuestro equilibrio interior. Esto solo podrá tener valor cuando se trate de nuestra propia experiencia, y no de la evaluación que otra persona haya hecho por nosotros. Difundir informaciones de este tipo no ayuda a ningún individuo a expandir su propia mente, a aprender más sobre los efectos reales que el medio ambiente tiene sobre uno mismo. El conocimiento es una necesidad muy personal. La conciencia solo se desarrolla a través de la propia experiencia, de las propias observaciones, del propio análisis.


3. Conciencia de reacción Entre nuestro mundo interno y nuestro mundo externo hay un flujo constante de interacciones, de influencias mutuas. Una conciencia creciente de ambos mundos nos permite, en primer lugar, darnos cuenta de que nuestro entorno influye verdaderamente en nuestro equilibrio interno. Posteriormente, nos damos cuenta de que también nuestro mundo interno afecta a nuestro entorno, y este es un paso crucial en la expansión de nuestra mente consciente. Lo que sucede a nuestro alrededor tiene un efecto directo en nosotros, pero, igualmente, lo que sucede dentro de nosotros, lo que irradiamos, tiene un efecto directo sobre nuestro entorno. El individuo que toma conciencia de la influencia que ejerce sobre su propio entorno será capaz de realizar los oportunos ajustes conscientes. Esto es extremadamente importante, ya que no siempre el entorno va a cambiar según los requerimientos particulares del individuo. Sin embargo, a través de esta conciencia de reacción, el individuo será capaz alterar lo que él mismo envía a su entorno. Esto cambiará después la reacción del propio entorno, lo que a su vez permitirá que el mundo interno del individuo se modifique en la medida en que la situación en la que se encuentre cambie.


Únicamente tomando conciencia de este sistema de dos vías es como el individuo va a conseguir expandir su conciencia hasta un nivel que le posibilite un control directo sobre su estado interno tras provocar cambios en su entorno personal. Para la mayoría de las personas, la toma de conciencia debe realizarse al nivel de sus patrones de reacción. Para que esto sea posible, la persona necesita adquirir una gran conciencia tanto de su mundo interno como de su mundo externo. La persona puede observar los patrones de reacción tanto adentro como afuera, de esta manera podrá ir aprendiendo cómo influir en el exterior mediante cambios internos

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