Leyes de la Naturaleza en las vidas humanas
Todo es energÃa
Somos seres energéticos, y nuestras expresiones fÃsicas están determinadas por los movimientos de la energÃa dentro de nuestro propio campo. El hecho de que tengamos una manifestación fÃsica significa que parte de nuestro campo energético está localizado dentro del cuerpo, pero eso no cambia el hecho de que ante todo somos seres energéticos y que, por tanto, nuestra vida se rige por las leyes de la energÃa.
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La energÃa viene en paquetes cuánticos básicos
Existe un conjunto básico de energÃas que determina el tipo de persona que uno es, tanto fÃsicamente como no. Cada persona está estructurada de una manera ligeramente diferente a las demás, aunque el modelo básico, el de la especie humana, sea el mismo. Sin embargo, dentro de este modelo básico humano, fijado en un momento especÃfico y en un formato especÃfico, se manifiestan todas las posibilidades si tomamos en consideración todo el espectro humano.
No hay nada absoluto, todo es probabilidad
Dentro de las restricciones del esquema individual, el resultado real en cada momento es, teóricamente, un resultado de probabilidad. No se puede saber nada con certeza. Todo es posible. A medida que crecemos en un entorno en el que se permiten cada vez menos posibilidades, el resultado en cada momento se vuelve cada más predecible, pero nada será imposible. Parece que nos estamos olvidando de que todo es posible en la vida, pero esto es un hecho y lo seguirá siendo siempre. Creamos la ilusión de lo absoluto al fijar continuamente las expresiones energéticas en una sola posibilidad y al no permitir que la energÃa fluya libremente.
La medición determina la realidad De las infinitas posibilidades que existen en toda vida humana, más y más aspectos se van a ir determinando a medida que vayamos midiendo y fijando cada vez más nuestra realidad. Heredamos ciertos rasgos especÃficos, y desde el principio de nuestra vida aprendemos de nuestro entorno qué hacer y qué no hacer. Con cada paso vamos limitando las posibilidades en nuestra vida individual. Mediante el sistema de castigo y recompensa, somos constantemente empujados hacia ese estado especÃfico que acaba convirtiéndose en nuestro estado "normal" de ser y de funcionar. La educación limita el desarrollo del individuo. Las normas laborales limitan la evolución en el trabajo, en la profesión. La educación religiosa limita la libertad del espÃritu. Toda información, sea de tipo comercial o de tipo educacional, limita la experiencia personal y restringe el proceso de aprendizaje.
Movimiento perpetuo
La vida está en continua evolución, nada permanece igual, ni siquiera cuando la historia se repite. La vida es una sucesión de ciclos, pero algo fundamental va cambiando y convierte cada vida en una nueva experiencia. Vivir significa entonces ‘moverse con los cambios naturales’. Encontrar el ritmo natural de la propia vida individual es un reto fundamental para todo ser humano. Por otro lado, cuando la persona lleva un ritmo de vida que no es natural, inevitablemente va a estar obstaculizando y obstruyendo el flujo natural. La realidad es que no es posible detener el flujo por completo ni tampoco alterar su dirección de manera significativa. No existe una fuerza interna lo suficientemente grande como para cambiar el curso de la naturaleza.
Las correlaciones cuánticas son no-locales
Todos estamos interconectados. Cada uno de nosotros estamos conectados con cada una de las partÃculas de la naturaleza y del universo a través del campo de energÃa que une todas sus manifestaciones. Asà pues, fuerzas invisibles y lejanas ejercen influencias sobre nosotros, pero de manera similar, también nosotros influimos en el universo. Una vez que fijamos nuestra propia posición, "forzamos" a otros, a los que estén más conectados energéticamente con nosotros, a una posición fija también. Al elegir nuestra propia posición en la vida ejercemos una influencia sobre los demás. Por el contrario, cuanto más pasivos seamos en la vida, más determinados estaremos por las posiciones que elijan los otros. Aunque estamos conectados con todo el universo, puede suceder que en un momento dado una conexión especÃfica varÃe mucho. Los seres humanos podemos sentirnos conectados a una gran cantidad de elementos de nuestro mundo exterior, y esto será diferente para cada individuo. También habrá variaciones en función del tiempo en cada vida particular. Cuanto más fuerte sea una conexión especÃfica en un momento dado, más determinada por nuestras propias elecciones estará la otra posición.
Todo lo que no está prohibido es obligatorio
Todo juega un papel en las decisiones que tomamos en la vida y en los caminos que elegimos seguir. Todas las causas posibles, y también las imposibles, están incluidas en la posición en la que nos encontramos en cada momento. Esto significa que nunca hay una sola causa para un efecto que observemos en nuestro sistema. Este efecto es el resultado que se ha fijado en ese momento determinado a partir de todas las causas posibles, tanto internas como externas. No obstante, si nos ponemos a buscar una causa especÃfica para explicar un evento, podremos encontrarla, ya que probablemente estará presente entre todo el conjunto de causas. Asà pues, nos engañamos a nosotros mismos cuando decimos haber encontrado "la" causa; la realidad es que lo que determina el resultado que estamos observando es todo el conjunto de causas, posibles e imposibles.
Acción y reacción
Cada sistema trata de mantener su equilibrio en todo momento. Esto significa que cualquier impacto recibido originará en él una respuesta equivalente y opuesta que le permitirá recuperar su equilibrio. Por lo tanto, todo sistema ha sido equipado con una respuesta curativa natural a cualquier cambio que se produzca, tanto desde el exterior como desde el interior. Que el sistema recupere su equilibrio constituye una acción curativa, o más bien una reacción curativa a una acción perturbadora. Sin embargo, el sistema continuará reaccionando como siempre para alcanzar un equilibrio, aun si el nuevo estado de equilibrio ya no permite que la vida prospere. El sistema se limita a repetir lo que ha aprendido. Depende de nuestra conciencia reconocer que ese tipo de reacción curativa solo consigue reafirmar un patrón que ya no está al servicio del desarrollo de la vida. Nuestro sistema estará luchando simplemente para mantener la vieja vida. Es entonces cuando se requiere un cambio en dicho equilibrio, un cambio que solo puede ocurrir cuando dejamos de manera consciente nuestra antigua vida y permitimos que el sistema se desplace naturalmente hacia otra posición de equilibrio. La curación ocurre en dos niveles claramente diferentes. La curación inmediata y más superficial nos devuelve naturalmente al punto de equilibrio que creamos con nuestras primeras experiencias. La curación de nuestros conflictos más profundos, sin embargo, nos obliga a cambiar a un punto de equilibrio diferente, y esto requiere del cese de nuestros viejos hábitos y rutinas.
En un sistema de energÃa cerrado, la energÃa solo se puede intercambiar, no se puede ganar ni perder
Aunque cada campo de energÃa está conectado con todos los demás campos dentro del universo, y aunque el universo mismo está conectado con otros universos, para cuestiones prácticas podemos considerar todos estos campos de energÃa como sistemas de energÃa cerrados. La energÃa que una persona invierta en una parte de su vida, dejará de poder utilizarla en otra parte de la misma, y no podrá recuperarse. Es fundamental averiguar dónde y cómo gastamos nuestra energÃa. ¿En qué áreas de la vida gastamos más energÃa (en una variedad de formatos como tiempo, esfuerzo, concentración, actividad fÃsica…)? ¿Se trata de formas eficientes de gastar energÃa? ¿Son suficientes los retornos que obtenemos a partir de esas inversiones de energÃa? Cada vida individual se sostiene quemando energÃa en su mundo interno, asà que tenemos que asegurarnos de que haya suficiente energÃa dirigida hacia ese propósito. Necesitamos asegurarnos de poder convertir suficiente energÃa de otras fuentes en el combustible que nuestras células necesitan para llevar a cabo sus tareas diarias. ¿Dónde gastamos más energÃa, en el mundo externo o en el mundo interno? ¿Satisfacen nuestras inversiones de energÃa las necesidades de nuestro mundo interno? ¿Obrtenemos de esas inversiones de energÃa unos rendimientos beneficiosos que nuestro sistema pueda utilizar para sus funciones internas? ¿Acaso estamos restringiendo nuestra inversión energética interna por cederla a la externa